En MotoGP, la placa con el número 1 es una insignia de honor, ya que está reservada para el vigente campeón. Pero también conlleva una historia oscura—o, como muchos la llaman, una maldición—que ha visto fracasar a muchos campeones mientras la llevaban.

Tradición histórica

La decisión de Martin’significa que MotoGP verá la placa #1 en la parrilla por tercer año consecutivo, una rareza en las últimas décadas. Esto reaviva una tradición que dominó la era de 500cc, en la que los campeones exhibían con orgullo el número en la temporada siguiente a su triunfo. Es un cambio que trae ecos de una época pasada en la que pilotos como Mick Doohan (1995-99) y Alex Crivillé (2000) hicieron de la placa nº1 sinónimo de excelencia.

Después de la era de Doohan, Kenny Roberts Jr. fue el último en llevar el número 1 en una moto de 500cc en 2001. Con el ascenso de la leyenda de MotoGP Valentino Rossi, la tradición comenzó a desvanecerse. Rossi, famoso por su #46, optó por mantener su emblemático número incluso después de ganar varios campeonatos, sentando un precedente en el que la marca personal a menudo triunfaba sobre la tradición.

La era moderna

Cuando pilotos como Nicky Hayden, Casey Stoner y Jorge Lorenzo abrazaron la placa con el número 1, ninguno de ellos defendió con éxito sus coronas. Incluso Marc Márquez evitó el número 1, eligiendo en su lugar correr con su marca registrada #93.

No fue hasta el triunfo de Francesco Bagnaia en 2023 con el número 1 cuando se rompió la maldición, al menos durante un año. Ahora, con Jorge Martín abrazando el plato para 2025, se enfrenta a otra prueba. ¿Romperá la maldición la confianza de Martín, o se repetirá la historia?

Una cosa está clara: El legado de la placa con el número 1 añade una capa extra de dramatismo al mundo de MotoGP.