Alain Prost (1990)

Cuando Alain Prost se unió a Ferrari en 1990, ya era tricampeón del mundo y uno de los pilotos más respetados de la parrilla.

Su fichaje por Ferrari fue visto como un nuevo comienzo tanto para él como para el equipo, que no había ganado un título desde 1979. Ferrari era competitivo y Prost se convirtió rápidamente en un aspirante al título, ganando cinco carreras esa temporada.

Todo se decidió en el tristemente célebre Gran Premio de Japón de 1990, en el que su principal rival, Ayrton Senna, todavía resentido por sus enfrentamientos anteriores, se llevó por delante a Prost en la primera curva en una maniobra deliberada, asegurándose el título. Fue un momento devastador, y a pesar de su increíble temporada, Prost se fue de Suzuka con las manos vacías.

Al año siguiente, el rendimiento de Ferrari fue cuesta abajo, y Prost, frustrado por el mal manejo del coche, lo comparó públicamente con un camión. Fue la gota que colmó el vaso: Ferrari le despidió antes del final de la temporada. Lo que comenzó como un movimiento prometedor terminó en acritud, y el sueño de Prost en Ferrari se acabó después de sólo dos temporadas.

Michael Schumacher (1996)

La decisión de Michael Schumacher de dejar Benetton, donde acababa de ganar dos títulos mundiales consecutivos, y unirse a una Ferrari en apuros en 1996 levantó ampollas. En aquella época, Ferrari era poco fiable, desorganizada y una sombra de lo que había sido. Pero Schumacher no buscaba un camino fácil, quería construir algo legendario.

Sus primeras temporadas fueron una mezcla de brillantez y frustración. Arrastró un coche poco competitivo a victorias asombrosas, como su inolvidable clase magistral sobre mojado en España en 1996. Pero los problemas de fiabilidad y los errores del equipo le costaron el campeonato en 1997 y 1998.

Después llegó la gloria. De 2000 a 2004, Schumacher y Ferrari dominaron la F1 como nunca antes, ganando cinco títulos consecutivos y batiendo récords a diestro y siniestro. Cuando se retiró en 2006, había consolidado el legado de Ferrari y el suyo propio como uno de los mejores pilotos de la historia.

Kimi Raikkonen (2007)

Kimi Raikkonen llegó a Ferrari en 2007 con mucho trabajo por delante. El equipo acababa de perder a Michael Schumacher por jubilación, y la presión era inmensa. Muchos no esperaban que consiguiera un título en su primera temporada, pero Raikkonen demostró a los demás que se equivocaban a lo grande.

En uno de los finales de temporada más dramáticos de la historia de la F1, Raikkonen ganó el Gran Premio de Brasil y arrebató el campeonato a Lewis Hamilton y Fernando Alonso por sólo un punto. Fue un vuelco increíble, y Ferrari había encontrado a su nuevo campeón.

Sin embargo, después de esa temporada triunfal, las actuaciones del finlandés se volvieron irregulares. En 2008, desempeñó un papel secundario mientras su compañero Felipe Massa luchaba por el título. En 2009, Ferrari tenía problemas y la motivación de Raikkonen parecía disminuir. A finales de año, Ferrari rescindió su contrato para dejar sitio a Alonso.

Raikkonen regresó a Ferrari en 2014 para una segunda temporada, pero esta vez ya no era el mismo piloto. Fue ampliamente superado por Vettel y asumió un papel secundario. Sin embargo, ofreció un último momento de brillantez en 2018, ganando el Gran Premio de EE.UU.—su primera victoria en más de cinco años.

Fernando Alonso (2010)

Después de ganar dos campeonatos con Renault y soportar una temporada turbulenta en McLaren, Fernando Alonso llegó a Ferrari en 2010 como el piloto destinado a restaurar el dominio del equipo. Su impacto fue inmediato: ganó su primera carrera con la Scuderia en Bahréin, un momento que parecía el comienzo de algo especial.

A lo largo de 2010, Alonso se consolidó como uno de los favoritos, ganando carreras en Alemania, Italia y Singapur. Al final de la temporada, en Abu Dhabi, lideraba la clasificación del campeonato y sólo necesitaba un buen resultado para asegurarse su tercer título mundial. Pero entonces llegó uno de los errores estratégicos más infames de la historia de Ferrari.

En lugar de centrarse en su rival por el título, Sebastian Vettel, Ferrari tomó la fatídica decisión de tapar a Mark Webber, haciendo entrar en boxes a Alonso antes de tiempo y dejándole atrapado detrás de Vitaly Petrov, de Renault. Durante 40 agonizantes vueltas, Alonso fue incapaz de adelantar, y Vettel le arrebató el campeonato. Las imágenes de Alonso sentado inmóvil en su Ferrari aparcado después de la carrera se convirtieron en un símbolo perdurable de la oportunidad perdida.

Si 2010 fue angustioso, 2012 fue puro desafío. El Ferrari F2012 era, a todas luces, un coche poco competitivo. Sin embargo, Alonso realizó una de las mejores temporadas individuales de la historia de la F1, arrastrando al Ferrari a una improbable lucha por el título. Consiguió impresionantes victorias en Malasia, Valencia y Alemania, mientras que Vettel y Red Bull tuvieron problemas de fiabilidad a principios de año.

Contra todo pronóstico, Alonso lideró el campeonato durante gran parte de la temporada, pero Red Bull encontró su forma a finales de año. Una vez más, llegó a la última carrera con opciones al título. Y una vez más, se quedó corto, esta vez por sólo tres puntos.

La etapa de Alonso en Ferrari acabaría en frustración. En 2014, Mercedes había entrado en una nueva era de dominio y Ferrari había retrocedido. Al darse cuenta de que el equipo no estaba en condiciones de ganar campeonatos, Alonso se marchó tras cinco años de fracasos y potencial desperdiciado.

Sebastian Vettel (2015)

Cuando el tetracampeón del mundo Sebastian Vettel dejó Red Bull para unirse a Ferrari en 2015, los paralelismos con el fichaje de Michael Schumacher dos décadas antes eran imposibles de ignorar. Vettel era un fan de Ferrari de toda la vida y no ocultaba su admiración por Schumacher. Llegó a Maranello con un objetivo: seguir los pasos de su ídolo y devolver a Ferrari a lo más alto.

Al principio, parecía que podría tener éxito. En su temporada de debut, Vettel ganó tres carreras y fue el único piloto no Mercedes en ganar varios grandes premios, demostrando que Ferrari iba por el buen camino. Pero si bien 2015 fue prometedor, fue en 2017 y 2018 cuando Vettel emergió realmente como un aspirante al título.

Durante la primera mitad de ambas temporadas, lideró la batalla por el campeonato contra Lewis Hamilton. Ferrari había construido coches capaces de ganar, y Vettel estaba cumpliendo. Pero entonces, bajo presión, empezaron a aparecer los errores.

El punto de inflexión llegó en el Gran Premio de Alemania de 2018. Liderando la carrera en su pista de casa, frente a miles de fanáticos que lo adoraban, Vettel se estrelló en condiciones de lluvia. Fue un pequeño error con consecuencias masivas—Hamilton pasó a ganar, y todo cambió.

A partir de ahí, la confianza de Vettel pareció desaparecer. Errores no forzados, trompos y decisiones cuestionables vieron cómo su desafío por el título se derrumbaba. Para 2019, llegó Charles Leclerc e inmediatamente le superó, señalando el principio del fin.

Un año después, Ferrari decidió no renovar el contrato de Vettel, poniendo un cierre agridulce a una asociación que había prometido tanto. Tuvo la oportunidad de convertirse en el próximo Schumacher de Ferrari, pero al final no pudo ser.

Lewis Hamilton (2025)

El último fichaje de Ferrari podría ser el mayor traspaso de pilotos de todos los tiempos. El siete veces campeón del mundo Lewis Hamilton deja Mercedes después de más de una década para unirse a Ferrari para 2025.

El británico lo ha conseguido todo en la F1—múltiples títulos mundiales, récords de victorias y una rivalidad legendaria con Max Verstappen. Pero a sus 40 años, busca un último reto: ganar con Ferrari.

Las expectativas serán enormes. Si Ferrari entrega un coche competitivo, Hamilton podría batir el récord de Schumacher (y el suyo) y convertirse en ocho veces campeón del mundo. Pero si la escudería no le da lo que necesita, corre el riesgo de acabar su carrera frustrado, como muchos antes que él.

¿El fichaje de Hamilton por Ferrari acabará en gloria o en angustia? Sólo el tiempo lo dirá. Pero si tiene éxito, será una de las historias más grandes de la historia de la Fórmula 1.